3. Me hallaron los guardias que rondan la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?
4. Apenas me aparté de ellos un poco, hallé luego al que ama mi alma; me aferré a él, y no lo dejé hasta llevarlo a casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió.
5. Yo os ruego, oh hijas de Jerusalén, por las gacelas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni desveléis al amado, hasta que quiera.