29. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
30. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
31. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?
32. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?
33. ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica.
34. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.
35. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia?
36. Así está escrito:«Por tu causa siempre nos llevan a la muerte;¡nos tratan como a ovejas para el matadero!»
37. Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.