27. a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María.
28. El ángel se acercó a ella y le dijo:—¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.
29. Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
30. —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—.