27. —Ya les dije y no me hicieron caso. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿Es que también ustedes quieren hacerse sus discípulos?
28. Entonces lo insultaron y le dijeron:—¡Discípulo de ése lo serás tú! ¡Nosotros somos discípulos de Moisés!
29. Y sabemos que a Moisés le habló Dios; pero de éste no sabemos ni de dónde salió.
30. —¡Allí está lo sorprendente! —respondió el hombre—: que ustedes no sepan de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos.
31. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a los piadosos y a quienes hacen su voluntad.