24. el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel. Mandó que lo interrogaran a latigazos con el fin de averiguar por qué gritaban así contra él.
25. Cuando lo estaban sujetando con cadenas para azotarlo, Pablo le dijo al centurión que estaba allí:—¿Permite la ley que ustedes azoten a un ciudadano romano antes de ser juzgado?
26. Al oír esto, el centurión fue y avisó al comandante.—¿Qué va a hacer usted? Resulta que ese hombre es ciudadano romano.
27. El comandante se acercó a Pablo y le dijo:—Dime, ¿eres ciudadano romano?—Sí, lo soy.
28. —A mí me costó una fortuna adquirir mi ciudadanía —le dijo el comandante.—Pues yo la tengo de nacimiento —replicó Pablo.
29. Los que iban a interrogarlo se retiraron en seguida. Al darse cuenta de que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo se asustó de haberlo encadenado.