12. —¡No es verdad! —insistió José—. Ustedes han venido para investigar las zonas desprotegidas del país.
13. Pero ellos volvieron a responder:—Nosotros, sus siervos, éramos doce hermanos, todos hijos de un mismo padre que vive en Canaán. El menor se ha quedado con nuestro padre, y el otro ya no vive.
14. Pero José los increpó una vez más:—Es tal como les he dicho. ¡Ustedes son espías!
15. Y con esto lo vamos a comprobar: Les juro por la vida del faraón, que de aquí no saldrán con vida a menos que traigan a su hermano menor.
16. Manden a uno de ustedes a buscar a su hermano; los demás se quedarán en la cárcel. Así sabremos si es verdad lo que dicen. Y si no es así, ¡por la vida del faraón, ustedes son espías!
17. José los encerró en la cárcel durante tres días.
18. Al tercer día les dijo:—Yo soy un hombre temeroso de Dios. Hagan lo siguiente y salvarán su vida.
19. Si en verdad son honrados, quédese uno de ustedes bajo custodia, y vayan los demás y lleven alimento para calmar el hambre de sus familias.
20. Pero tráiganme a su hermano menor y pruébenme que dicen la verdad. Así no morirán.Ellos aceptaron la propuesta,
21. pero se decían unos a otros:—Sin duda estamos sufriendo las consecuencias de lo que hicimos con nuestro hermano. Aunque vimos su angustia cuando nos suplicaba que le tuviéramos compasión, no le hicimos caso. Por eso ahora nos vemos en aprietos.
22. Entonces habló Rubén:—Yo les advertí que no le hicieran daño al muchacho, pero no me hicieron caso. ¡Ahora tenemos que pagar el precio de su sangre!
23. Como José les hablaba por medio de un intérprete, ellos no sabían que él entendía todo lo que estaban diciendo.