Daniel 4:3-17 Nueva Versión Internacional (NVI)

3. ¡Cuán grandes son sus señales! ¡Cuán portentosas son sus maravillas! ¡Su reino es un reino eterno! ¡Su soberanía permanece de generación en generación!

4. Yo, Nabucodonosor, estaba en mi palacio, feliz y lleno de prosperidad,

5. cuando tuve un sueño que me infundió miedo. Recostado en mi lecho, las imágenes y visiones que pasaron por mi mente me llenaron de terror.

6. Ordené entonces que vinieran a mi presencia todos los sabios de Babilonia para que me interpretaran el sueño.

7. Cuando llegaron los magos, hechiceros, astrólogos y adivinos, les conté mi sueño pero no me lo pudieron interpretar.

8. Finalmente Daniel, que en honor a mi Dios también se llama Beltsasar, se presentó ante mí y le conté mi sueño, pues en él reposa el espíritu de los santos dioses.

9. Yo le dije: «Beltsasar, jefe de los magos, yo sé que en ti reposa el espíritu de los santos dioses, y que no hay para ti ningún misterio demasiado difícil de resolver. Te voy a contar mi sueño, y quiero que me digas lo que significa.

10. Y ésta es la tremenda visión que tuve mientras reposaba en mi lecho: Veía ante mí un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra.

11. El árbol creció y se hizo fuerte, y su copa tocaba el cielo, ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra!

12. Tenía un hermoso follaje y abundantes frutos; ¡todo el mundo hallaba en él su alimento! Hasta las bestias salvajes venían a refugiarse bajo su sombra, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. ¡Ese árbol alimentaba a todos los animales!

13. »En la visión que tuve mientras reposaba en mi lecho, vi ante mí a un mensajero santo que descendía del cielo

14. y que a voz en cuello me gritaba: “¡Derriba el árbol y córtale las ramas; arráncale las hojas y esparce los frutos! ¡Haz que las bestias huyan de su sombra, y que las aves abandonen sus nidos!

15. Pero deja enterrados el tocón y las raíces; sujétalos con hierro y bronce entre la hierba del campo. Deja que se empape con el rocío del cielo, y que habite con los animales y entre las plantas de la tierra.

16. Deja que su mente humana se trastorne y se vuelva como la de un animal, hasta que hayan transcurrido siete años.”

17. »Los santos mensajeros han anunciado la decisión, es decir, el veredicto, para que todos los vivientes reconozcan que el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos, y que se los entrega a quien él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres.

Daniel 4