2 Reyes 4:23-42 Nueva Versión Internacional (NVI)

23. —¿Para qué vas a verlo hoy? —le preguntó su esposo—. No es día de luna nueva ni sábado.—No importa —respondió ella.

24. Entonces hizo aparejar la burra y le ordenó al criado:—¡Anda, vamos! No te detengas hasta que te lo diga.

25. La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Éste la vio a lo lejos y le dijo a su criado Guiezi:—¡Mira! Ahí viene la sunamita.

26. Corre a recibirla y pregúntale cómo está ella, y cómo están su esposo y el niño.El criado fue, y ella respondió que todos estaban bien.

27. Pero luego fue a la montaña y se abrazó a los pies del hombre de Dios. Guiezi se acercó con el propósito de apartarla, pero el hombre de Dios intervino:—¡Déjala! Está muy angustiada, y el Señor me ha ocultado lo que pasa; no me ha dicho nada.

28. —Señor mío —le reclamó la mujer—, ¿acaso yo le pedí a usted un hijo? ¿No le rogué que no me engañara?

29. Eliseo le ordenó a Guiezi:—Arréglate la ropa, toma mi bastón y ponte en camino. Si te encuentras con alguien, ni lo saludes; si alguien te saluda, no le respondas. Y cuando llegues, coloca el bastón sobre la cara del niño.

30. Pero la madre del niño exclamó:—¡Le juro a usted que no lo dejaré solo! ¡Tan cierto como que el Señor y usted viven!Así que Eliseo se levantó y fue con ella.

31. Guiezi, que se había adelantado, llegó y colocó el bastón sobre la cara del niño, pero éste no respondió ni dio ninguna señal de vida. Por tanto, Guiezi volvió para encontrarse con Eliseo y le dijo:—El niño no despierta.

32. Cuando Eliseo llegó a la casa, encontró al niño muerto, tendido sobre su cama.

33. Entró al cuarto, cerró la puerta y oró al Señor.

34. Luego subió a la cama y se tendió sobre el niño boca a boca, ojos a ojos y manos a manos, hasta que el cuerpo del niño empezó a entrar en calor.

35. Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado a otro del cuarto, y luego volvió a tenderse sobre el niño. Esto lo hizo siete veces, al cabo de las cuales el niño estornudó y abrió los ojos.

36. Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:—Llama a la señora.Guiezi así lo hizo, y cuando la mujer llegó, Eliseo le dijo:—Puedes llevarte a tu hijo.

37. Ella entró, se arrojó a los pies de Eliseo y se postró rostro en tierra. Entonces tomó a su hijo y salió.

38. Eliseo regresó a Guilgal y se encontró con que en esos días había mucha hambre en el país. Por tanto, se reunió con la comunidad de profetas y le ordenó a su criado: «Pon esa olla grande en el fogón y prepara un guisado para los profetas.»

39. En eso, uno de ellos salió al campo para recoger hierbas; allí encontró una planta silvestre y arrancó varias frutas hasta llenar su manto. Al regresar, las cortó en pedazos y las echó en el guisado sin saber qué eran.

40. Sirvieron el guisado, pero cuando los hombres empezaron a comerlo, gritaron:—¡Hombre de Dios, esto es veneno!Así que no pudieron comer.

41. Entonces Eliseo ordenó:—Tráiganme harina.Y luego de echar la harina en la olla, dijo:—Sírvanle a la gente para que coma.Y ya no hubo nada en la olla que les hiciera daño.

42. De Baal Salisá llegó alguien que le llevaba al hombre de Dios pan de los primeros frutos: veinte panes de cebada y espigas de trigo fresco. Eliseo le dijo a su criado:—Dale de comer a la gente.

2 Reyes 4