2. —Está bien —respondió David—. Ya verá Su Majestad de lo que es capaz este siervo suyo.—Si es así —añadió Aquis—, de ahora en adelante te nombro mi guardaespaldas.
3. Ya Samuel había muerto. Todo Israel había hecho duelo por él, y lo habían enterrado en Ramá, que era su propio pueblo. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros.
4. Los filisteos concentraron sus fuerzas y fueron a Sunén, donde acamparon. Saúl reunió entonces a los israelitas, y armaron su campamento en Guilboa.
5. Pero cuando vio Saúl al ejército filisteo, le entró tal miedo que se descorazonó por completo.
6. Por eso consultó al Señor, pero él no le respondió ni en sueños, ni por el urim ni por los profetas.