29. —¿Y ahora qué hice? —protestó David—. ¡Si apenas he abierto la boca!
30. Apartándose de su hermano, les preguntó a otros, quienes le dijeron lo mismo.
31. Algunos que oyeron lo que había dicho David, se lo contaron a Saúl, y éste mandó a llamarlo.
32. Entonces David le dijo a Saúl:—¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él.
33. —¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! —replicó Saúl—. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.
34. David le respondió:—A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño,
35. yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y si el animal me ataca, lo sigo golpeando hasta matarlo.
36. Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente.
37. El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo.—Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe.
38. Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza.
39. David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado.—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—; no estoy entrenado para ello.De modo que se quitó todo aquello,
40. tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo.
41. Éste, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero.
42. Le echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, trigueño y buen mozo, con desprecio