34. Los soldados le dieron a Jesús vino mezclado con hiel amarga, pero cuando la probó, se negó a beberla.
35. Después de clavarlo en la cruz, los soldados sortearon su ropa tirando los dados.
36. Luego se sentaron alrededor e hicieron guardia mientras él estaba colgado allí.
37. Encima de la cabeza de Jesús, colocaron un letrero, que anunciaba el cargo en su contra. Decía: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».
38. Con él crucificaron a dos revolucionarios, uno a su derecha y otro a su izquierda.
39. La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona.
40. «¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días. Muy bien, si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz».
41. Los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos también se burlaban de Jesús.
42. «Salvó a otros —se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! Con que es el Rey de Israel, ¿no? ¡Que baje de la cruz ahora mismo y creeremos en él!
43. Confió en Dios, entonces, ¡que Dios lo rescate ahora si lo quiere! Pues dijo: “Soy el Hijo de Dios”».
44. Hasta los revolucionarios que estaban crucificados con Jesús se burlaban de él de la misma manera.