10. Sus compañeros, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, también estaban asombrados.Jesús respondió a Simón: «¡No tengas miedo! ¡De ahora en adelante, pescarás personas!».
11. Y, en cuanto llegaron a tierra firme, dejaron todo y siguieron a Jesús.
12. En una de las aldeas, Jesús conoció a un hombre que tenía una lepra muy avanzada. Cuando el hombre vio a Jesús, se inclinó rostro en tierra y le suplicó que lo sanara.—¡Señor! —le dijo—, ¡si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio!
13. Jesús extendió la mano y lo tocó:—Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano!Al instante, la lepra desapareció.