30. Al sentarse a comer, tomó el pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos.
31. De pronto, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Y, en ese instante, Jesús desapareció.
32. Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».
33. En menos de una hora, estaban de regreso a Jerusalén. Allí encontraron a los once discípulos y a los otros que se habían reunido con ellos,
34. quienes decían: «¡El Señor ha resucitado de verdad! Se le apareció a Pedro».
35. Luego los dos de Emaús les contaron cómo Jesús se les había aparecido mientras iban por el camino y cómo lo habían reconocido cuando partió el pan.