28. Ahora bien, si se niegan a aceptar la copa, diles: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘No les queda más que beberla.
29. He comenzado a castigar a Jerusalén, la ciudad que lleva mi nombre. ¿Acaso los dejaría a ustedes sin castigo? No, no escaparán del desastre. Enviaré guerra contra todas las naciones de la tierra. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!’”.
30. »Ahora, profetiza todas estas cosas y diles:»“El Señor rugirá contra su propia tierradesde su santa morada en el cielo.Él gritará como los que pisan las uvas;gritará contra todos los habitantes de la tierra.
31. Su grito de juicio llegará hasta los confines de la tierra,porque el Señor presentará su caso contra todas las naciones.Él juzgará a todos los habitantes de la tierra,y matará con la espada a los perversos.¡Yo, el Señor, he hablado!”».
32. Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:«¡Miren! ¡Nación tras nación sufrirá calamidades!¡Se está levantando un gran torbellino de furiadesde los rincones más distantes de la tierra!».
33. En aquel día, los que el Señor haya masacrado llenarán la tierra de un extremo a otro. Nadie llorará por ellos ni juntará sus cuerpos para enterrarlos. Estarán esparcidos sobre el suelo como estiércol.
34. ¡Lloren y giman, pastores malvados!¡Revuélquense en el polvo, líderes del rebaño!Ha llegado el momento de su matanza;ustedes caerán y se harán añicos como vaso frágil.