Hechos 16:22-40 Nueva Traducción Viviente (NTV)

22. Enseguida se formó una turba contra Pablo y Silas, y los funcionarios de la ciudad ordenaron que les quitaran la ropa y los golpearan con varas de madera.

23. Los golpearon severamente y después los metieron en la cárcel. Le ordenaron al carcelero que se asegurara de que no escaparan.

24. Así que el carcelero los puso en el calabozo de más adentro y les sujetó los pies en el cepo.

25. Alrededor de la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios, y los demás prisioneros escuchaban.

26. De repente, hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos. Al instante, todas las puertas se abrieron de golpe, ¡y a todos los prisioneros se les cayeron las cadenas!

27. El carcelero se despertó y vio las puertas abiertas de par en par. Dio por sentado que los prisioneros se habían escapado, por lo que sacó su espada para matarse;

28. pero Pablo le gritó: «¡Detente! ¡No te mates! ¡Estamos todos aquí!».

29. El carcelero pidió una luz y corrió al calabozo y cayó temblando ante Pablo y Silas.

30. Después los sacó y les preguntó:—Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?

31. Ellos le contestaron:—Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.

32. Y le presentaron la palabra del Señor tanto a él como a todos los que vivían en su casa.

33. Aun a esa hora de la noche, el carcelero los atendió y les lavó las heridas. Enseguida ellos lo bautizaron a él y a todos los de su casa.

34. El carcelero los llevó adentro de su casa y les dio de comer, y tanto él como los de su casa se alegraron porque todos habían creído en Dios.

35. A la mañana siguiente, los funcionarios de la ciudad mandaron a la policía para que le dijera al carcelero: «¡Suelta a esos hombres!».

36. Entonces el carcelero le dijo a Pablo:—Los funcionarios de la ciudad han dicho que tú y Silas quedan en libertad. Vayan en paz.

37. Pero Pablo respondió:—Ellos nos golpearon en público sin llevarnos a juicio y nos metieron en la cárcel, y nosotros somos ciudadanos romanos. ¿Ahora quieren que nos vayamos a escondidas? ¡De ninguna manera! ¡Que vengan ellos mismos a ponernos en libertad!

38. Cuando la policía dio su informe, los funcionarios de la ciudad se alarmaron al enterarse de que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos.

39. Entonces fueron a la cárcel y se disculparon con ellos. Luego los sacaron de allí y les suplicaron que se fueran de la ciudad.

40. Una vez que salieron de la cárcel, Pablo y Silas regresaron a la casa de Lidia. Allí se reunieron con los creyentes y los animaron una vez más. Después se fueron de la ciudad.

Hechos 16