34. No seas impaciente esperando que el SEÑOR se manifieste. Continúa tu marcha firme por su senda, y a su tiempo él te honrará para que heredes la tierra, y verás destruidos a los malvados.
35. Yo mismo he visto que así pasa; he visto al déspota y malvado extenderse como cedro frondoso.
36. Pero pasó al olvido y dejó de existir; lo busqué, y ya no pude encontrarlo.
37. ¡Observa al bueno, al inocente, al recto, porque les espera un gran porvenir a aquellos que aman la paz! ¡Para él hay un fin venturoso!
38. Los malos serán destruidos, y su posteridad truncada.
39. El SEÑOR salva a los santos. Él es su refugio y salvación en tiempos de tribulación.
40. Él los ayuda y los libra de los lazos de los malvados.