Romanos 8:8-27 Nueva Biblia al Día (NBD)

8. Por eso, los que viven de acuerdo con su naturaleza pecaminosa jamás podrán agradar a Dios.

9. Pero ustedes no son así. Ustedes viven según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en ustedes. No es cristiano quien no tenga el Espíritu de Cristo.

10. Y como Cristo vive en ustedes, sus cuerpos están muertos a consecuencia del pecado, pero sus espíritus viven porque Cristo los ha hecho justos.

11. Y si el Espíritu de Dios que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, él mismo les dará vida a sus cuerpos mortales.

12. Así que, amados hermanos, ustedes no están obligados a hacer lo que la vieja naturaleza les dice.

13. Si lo siguen haciendo perecerán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir a la naturaleza pecaminosa y sus obras, vivirán.

14. Los hijos de Dios son los que se dejan conducir por el Espíritu de Dios.

15. Ustedes no recibieron un espíritu que los haga esclavos del miedo; recibieron el Espíritu que los adopta como hijos de Dios y les permite clamar: “Padre, Padre”,

16. porque el Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

17. Y como somos sus hijos, somos herederos: herederos de Dios y coherederos junto con Cristo. Pero si compartimos su gloria, también hemos de compartir sus sufrimientos.

18. Sin embargo, lo que ahora sufrimos no tiene comparación con la gloria que se nos dará después,

19. pues la creación aguarda con ansiedad el día en que se manifieste que somos hijos de Dios.

20. Ya que la creación misma fue sometida a frustración. Eso no sucedió por su propia voluntad, sino que sucedió por la voluntad de Dios que así lo dispuso. Pero lo hizo con la confianza

21. de que la creación será liberada de la corrupción a la que está sujeta. Así compartirá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

22. Sabemos que toda la creación gime como si fuera a dar a luz.

23. Y no sólo gime ella, sino que también nosotros, que tenemos los primeros frutos del Espíritu, gemimos en nuestro interior mientras esperamos ansiosamente el día de nuestra adopción, es decir, el día cuando nuestros cuerpos sean liberados.

24. Esa es la esperanza por la cual fuimos salvos. Esperar lo que se puede ver no es esperanza. Si uno ya tiene lo que espera, no tiene que esperarlo más.

25. Pero mantenernos esperando de Dios lo que todavía no se ha manifestado nos enseña a tener paciencia.

26. De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades. Es cierto que no sabemos qué debemos pedir, pero el Espíritu ora por nosotros con gemidos tales que no se pueden expresar con palabras.

27. Y Dios, que conoce los corazones, entiende lo que el Espíritu dice, porque pide por nosotros de acuerdo con la voluntad de Dios.

Romanos 8