1. Así que, ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído, disfrutamos de la paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros.
2. Por medio de él, y confiando en su promesa, participamos de ese amor que no merecemos, y en el cual nos mantenemos firmes. Incluso nos sentimos orgullosos de la esperanza de gozar de la gloria de Dios.
3. Y también nos gozamos de las aflicciones, porque nos enseñan a tener paciencia;
4. y la paciencia nos ayuda a superar las pruebas, y así nuestra esperanza se fortalece.
5. Y esa esperanza nunca nos defrauda, pues Dios llenó nuestros corazones de su amor por medio del Espíritu Santo que él mismo nos dio.
6. Cuando éramos incapaces de salvarnos, Cristo llegó en el momento oportuno y murió por los pecadores.
7. Es muy difícil que alguien dé su vida por una persona justa y buena, aunque, en efecto, pudiera darse un caso así.