2-3. Cuando el rey Balac de Moab (hijo de Zipor) se enteró del número de los israelitas, y se enteró de lo que le habían hecho a los amorreos, él y su pueblo tuvieron gran temor.
11. El rey dice que un pueblo enorme ha venido de Egipto y ha llegado hasta sus fronteras. Quiere que yo vaya inmediatamente y los maldiga. Tiene la esperanza de que pueda vencerlos en la batalla si yo voy con ellos y maldigo a los invasores.
12. —No lo hagas —le dijo el SEÑOR—. No debes maldecirlos, porque ellos tienen mi bendición.
13. Al día siguiente Balán les dijo a los hombres:—Váyanse, el SEÑOR no me deja ir con ustedes.
14. Los embajadores del rey Balac regresaron e informaron al rey de la negativa de Balán.
15. Pero Balac insistió. Envió un número mayor y más distinguido de embajadores.
16-17. Estos se presentaron ante Balán y le dieron el siguiente mensaje:—El rey Balac te ruega que vayas. Promete darte grandes honores y cualquier cantidad de dinero que pidas. Ven de inmediato, y maldice a ese pueblo.
18. Pero Balán replicó:—Aunque Balac me ofreciera un palacio repleto de oro y plata, yo no podría hacer nada contrario a los mandamientos del SEÑOR mi Dios.
19. Sin embargo, pasen aquí la noche para ver si el SEÑOR añade algo a lo que me dijo antes.
20. Aquella noche el SEÑOR le dijo a Balán:—Levántate y ve con aquellos hombres, pero harás solamente lo que yo te ordene.
21. Al día siguiente Balán aparejó su burra y salió con los mensajeros del rey.
22. Pero Dios estaba enojado, y envió un ángel para que en el camino le diera muerte. Mientras Balán y los dos siervos cabalgaban juntos,
23. la burra de Balán vio repentinamente al ángel del SEÑOR que estaba en el camino con una espada desenvainada. La burra se apartó del camino y entró en un campo, pero Balán la golpeó hasta que volvió al camino.
24. Nuevamente el ángel del SEÑOR se paró en el lugar donde el camino se estrechaba entre dos muros de viñas.
25. Cuando la burra lo vio allí se espantó y apretó el pie de Balán contra la pared. Él azotó nuevamente a la burra.