6. Entonces Esdras bendijo al SEÑOR, el gran Dios, y todo el pueblo dijo: «¡Amén!», y levantaron las manos al cielo. Luego se arrodillaron y adoraron al SEÑOR, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.
9. Y todo el pueblo lloraba al oír los mandamientos de la ley. Entonces el sacerdote Esdras, yo, que era el gobernador, y los levitas que enseñaban a la gente, les dijimos: «No lloren ni se entristezcan en un día como éste. Hoy es un día dedicado al SEÑOR, nuestro Dios».
10. Además, Esdras les dijo: «¡Vayan a sus casas a celebrar este día! Preparen buena comida, beban vino dulce y compartan con los que no tienen nada preparado. No, no se entristezcan porque el gozo del SEÑOR es nuestra fortaleza».
11. Y los levitas también tranquilizaban a la gente, diciéndole: «Cállense; no lloren, porque este es un día de santo gozo y no de tristeza».
12. Entonces el pueblo se fue a hacer fiesta y a compartir sus comidas y bebidas con sus amigos. Fue ocasión de gran fiesta y gozo, porque podían oír y entender las palabras del libro de la Ley.
13. Al día siguiente, los jefes de los clanes y los sacerdotes y levitas se reunieron con el maestro Esdras, para estudiar la ley con más detalle.
14. Notaron que el SEÑOR le había dicho a Moisés que todo el pueblo debía vivir en enramadas durante la fiesta que se celebraba en ese mes.
15. Había dicho, además, que se debían hacer proclamas en todas las ciudades de la tierra, especialmente en la ciudad de Jerusalén, diciendo a la gente que fuera a los montes a buscar ramas de oliva, de arrayán, de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer enramadas en las que vivirían durante los días de la fiesta.