2. Varios hombres le trajeron a un paralítico tendido en un camastro. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al enfermo:—¡Ten ánimo, hijo! ¡Te perdono tus pecados!
3. «¡Blasfemia!» —pensaron algunos de los maestros religiosos que lo oyeron.
4. Jesús, que sabía lo que estaban pensando, les dijo:—¿A qué vienen esos malos pensamientos?
5. Díganme, ¿qué es más difícil: sanar a un enfermo o perdonarle sus pecados?
6. Pues voy a demostrarles que tengo autoridad en la tierra para perdonar los pecados. Entonces se dirigió al paralítico y le dijo:—¡Levántate, recoge la camilla y vete a tu casa!
7. Y el paralítico se puso de pie y se fue a su casa.
8. Un escalofrío de temor sacudió a la multitud ante aquel milagro, y todos alababan a Dios por haberles dado tanto poder a los seres humanos.
9. Al salir del lugar, Jesús vio a Mateo, un cobrador de impuestos que estaba sentado junto a la mesa donde se pagaban los tributos.«Sígueme» —le dijo Jesús.Mateo se levantó y se fue con él.
10. Ese mismo día cenó Jesús en su casa. Y junto con sus discípulos había muchos cobradores de impuestos y gente pecadora.
11. Al ver eso, los fariseos se indignaron.—¿Por qué su Maestro anda con gente de esa calaña? —preguntaron a los discípulos.
12. Jesús alcanzó a oír aquellas palabras y les respondió:—Porque los sanos no necesitan médico, y los enfermos sí.
13. Vayan y traten de entender el texto que dice: “Misericordia quiero, no sacrificios”, porque yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los malos.
14. Un día los discípulos de Juan se le acercaron a preguntarle:—¿Por qué tus discípulos no ayunan como los fariseos y nosotros?