1. Al ver que la multitud se le acercaba, Jesús subió a un monte.
2. Allí se sentó, y cuando sus discípulos se le acercaron comenzó a enseñarles:
3. «¡Dichosos los que reconocen su pobreza espiritual, porque de ellos es el reino de los cielos!
4. ¡Dichosos los que lloran, porque serán consolados!
5. ¡Dichosos los mansos, porque el mundo entero les pertenecerá!
6. ¡Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán satisfechos!
7. ¡Dichosos los que tienen compasión de otros, porque Dios tendrá compasión de ellos!
8. ¡Dichosos los que tienen un corazón limpio, porque verán a Dios!
9. ¡Dichosos los que hacen la paz, porque serán llamados hijos de Dios!
10. ¡Dichosos los que sufren persecución por ser justos, porque el reino de los cielos les pertenece!
11. »Dichosos ustedes cuando alguien los ofenda o persiga o diga todo tipo de mentiras contra ustedes por ser mis discípulos.
12. ¡Alégrense mucho, porque en el cielo les espera una gran recompensa! Así fue como persiguieron a los profetas antiguos.
13. »Ustedes son la sal del mundo. Si la sal pierde el sabor, ¿para qué va a servir? ¡Sólo para que la boten y la pisoteen por inservible!
14. »Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede esconderse.
15. Nadie enciende una lámpara para esconderla bajo un cajón, sino que la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa.
16. ¡Así dejen ustedes brillar su luz ante toda la gente! ¡Que las buenas obras que ustedes realicen brillen de tal manera que la gente adore al Padre celestial!
17. »No vayan a creer que vine a anular la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas. Al contrario, vine a darles su verdadero significado.
18. Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni la parte más pequeña e insignificante de la ley se pasará por alto, hasta que ésta se cumpla totalmente.