46. Cerca de las tres, Jesús gritó:—Eli, Eli lama sabactani (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)
47. Algunos de los que estaban allí no le entendieron y creyeron que estaba llamando a Elías.
48. Uno corrió y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y se la alzó para que la bebiera.
49. Pero los demás dijeron:—Déjalo. Vamos a ver si Elías viene a salvarlo.
50. Jesús habló de nuevo con voz muy fuerte, y murió.
51. Al instante, el velo que ocultaba el Lugar Santísimo del templo se rompió en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron,
52. las tumbas se abrieron y muchos creyentes muertos resucitaron.
53. Después de la resurrección de Jesús, esas personas salieron del cementerio y fueron a Jerusalén, donde se aparecieron a muchos.
54. El centurión y los soldados que vigilaban a Jesús, horrorizados por el terremoto y los demás acontecimientos, exclamaron:—¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios!
55. Varias de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y le servían estaban no muy lejos de la cruz.
56. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57. Al llegar la noche, un hombre rico de Arimatea llamado José, discípulo de Jesús,
58. fue a Pilato y le reclamó el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió.
59. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia