40. —¿No afirmabas tú que podías destruir el templo y reedificarlo en tres días? Pues veamos: Si de verdad eres el Hijo de Dios, ¡bájate de la cruz!
41. Los principales sacerdotes, escribas, fariseos y ancianos también se burlaban de él.
42. —Si a otros salvó, ¿por qué no se salva a sí mismo? ¡Conque tú eres el Rey de los judíos! ¡Bájate de la cruz y creeremos en ti!
43. Si confió en Dios, ¡que lo salve Dios! ¿No decía que era el Hijo de Dios?
44. Y los ladrones le decían lo mismo.
45. Aquel día, desde el mediodía hasta las tres de la tarde, la tierra se sumió en oscuridad.
46. Cerca de las tres, Jesús gritó:—Eli, Eli lama sabactani (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)
47. Algunos de los que estaban allí no le entendieron y creyeron que estaba llamando a Elías.
48. Uno corrió y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y se la alzó para que la bebiera.
49. Pero los demás dijeron:—Déjalo. Vamos a ver si Elías viene a salvarlo.
50. Jesús habló de nuevo con voz muy fuerte, y murió.
51. Al instante, el velo que ocultaba el Lugar Santísimo del templo se rompió en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron,
52. las tumbas se abrieron y muchos creyentes muertos resucitaron.