3-4. En aquel mismo instante, los principales sacerdotes y los funcionarios judíos se reunían en la residencia de Caifás, el sumo sacerdote, y discutían sobre la manera de capturar a Jesús a espaldas del pueblo y matarlo.
19. Los discípulos obedecieron y prepararon allá la cena.
20-21. Aquella noche, mientras comía con los doce, dijo:—Uno de ustedes me va a traicionar.
22. Entristecidos, cada uno de los discípulos le fue preguntando:—¿Seré yo, Señor?
23. y él fue respondiendo a cada uno:—Es el que va a comer conmigo en el mismo plato.
24. Es cierto, voy a morir como está profetizado, pero pobre del hombre que me traiciona. Habría sido mejor si no hubiera nacido.
25. Judas se le acercó también y le preguntó:—¿Soy yo, Maestro?—Sí. Tú lo has dicho.
26. Mientras comían, Jesús tomó un pedazo de pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.—Tomen. Cómanlo; esto es mi cuerpo.
27. Tomó luego una copa de vino, la bendijo y también la dio a sus discípulos.—Beban esto,
28. porque esto es mi sangre que sella el nuevo pacto. Mi sangre se derramará para perdonar con ella los pecados de infinidad de personas.
29. Recuerden: No volveré a beber de este vino hasta el día en que beba con ustedes del nuevo vino en el reino de mi Padre.
30. Después de estas palabras, cantaron un himno y se fueron al monte de los Olivos.
31. Allí Jesús les dijo:—Esta noche ustedes se alejarán de mí desilusionados, porque las Escrituras dicen que Dios herirá al pastor y las ovejas del rebaño se dispersarán.
32. Pero después que resucite, iré a Galilea a encontrarme con ustedes.