6. ¡Ah, y les encanta ir a los banquetes y sentarse a las cabeceras de las mesas, e ir a la sinagoga y sentarse en las primeras sillas!
7. Y cuando andan por las calles, les gusta que les digan: “¡Rabí, rabí!”
8. No dejen que nadie los llame así. Sólo el Cristo es Rabíj y todos los hombres están en el mismo nivel de hermanos.
9. Y no llamen a nadie en la tierra “padre”, porque el único digno de ese título es Dios, que está en los cielos.
10. No se dejen llamar “maestro”, porque sólo hay un Maestro: el Mesías.
11. Mientras más humildemente sirvamos a los demás, más grandes seremos. Para ser grande hay que servir a los demás,
12. pues los que se creen grandes serán humillados; y los que se humillan serán enaltecidos.
13. »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque ni entran al reino de los cielos ni dejan entrar a nadie!
14. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que por un lado hacen oraciones larguísimas en las calles y por el otro les roban las casas a las viudas! ¡Hipócritas!
15. ¡Ay de ustedes, hipócritas!, porque recorren el mundo en busca de conversos, y una vez que los encuentran los hacen dos veces más hijos del infierno que ustedes mismos.
18. Y dicen que se puede jurar en vano por el altar, pero si se jura en vano por lo que está sobre el altar, lo condenan.
19. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda que se pone sobre el altar o el altar que santifica la ofrenda?
20. El que jura por el altar está jurando también por lo que está sobre él;
21. y el que jura por el templo está jurando por el templo y por Dios que habita en él.