21. Y Jesús les respondió:—Pues les repito que si tienen fe y no dudan, podrán hacer cosas como ésta y muchas más. Hasta podrán decirle al Monte de los Olivos que se quite y se arroje al mar, y los obedecerá.
22. Cualquier cosa que pidan en oración la recibirán, si de veras creen.
23. Ya de regreso en el templo, y mientras enseñaba, los principales sacerdotes y otros jefes judíos se le acercaron a exigirle que les explicara por qué había echado del templo a los mercaderes y quién le había dado autoridad para hacerlo.
24. —Lo explicaré si ustedes me contestan primero esta pregunta —les respondió Jesús—.
25. ¿Quién envió a Juan a bautizar? ¿Fue Dios o no?Como era una pregunta difícil de contestar, se pusieron a discutirla entre ellos en voz baja:—Si decimos que Dios lo envió, nos preguntará por qué no creímos en él.
26. Y si decimos que no fue Dios el que lo envió, el pueblo se enojará, porque casi todo el mundo cree que Juan era profeta.
27. Por fin le respondieron:—La verdad es que no sabemos.Y Jesús les dijo:—Pues yo tampoco les voy a decir quién me dio autoridad para hacer estas cosas.
28. —Pero, ¿qué les parece? Un padre que tenía dos hijos le dijo al mayor: “Hijo, ve a trabajar hoy a la finca”.
29. Y el hijo le respondió: “Lo siento; no tengo deseos de trabajar hoy en la finca”. Pero luego, arrepentido, fue.
30. Cuando el padre le pidió al menor que fuera, éste le respondió: “¡Con mucho gusto! ¡Ahora mismo voy!” Pero no fue. Díganme:
31. ¿Cuál de los dos obedeció a su padre?—El primero, por supuesto —le respondieron los principales sacerdotes y los jefes judíos.—Pues los despreciados cobradores de impuestos y las prostitutas llegarán al reino de Dios antes que ustedes,
32. puesto que Juan el Bautista les dijo que se arrepintieran y se volvieran a Dios, y ustedes no le hicieron caso. Los cobradores de impuestos y las prostitutas, en cambio, sí que creyeron el mensaje de Juan. Y aun viendo que esto sucedía así, ustedes se negaron a arrepentirse y a creer en él.
33. Entonces les contó la siguiente parábola:«Cierto hombre plantó una viña, la cercó, construyó una torre de vigilancia, y la arrendó a varios labradores. Según el contrato, éstos habrían de compartir con el dueño el producto de la viña. El dueño se fue a otra región.
34. Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió a empleados suyos a recoger lo que le correspondía.
35. Pero los labradores los atacaron: a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon.