14. Así que no les hagan caso, porque son ciegos que tratan de guiar a otros ciegos y lo único que logran es caer juntos en el hoyo.
15. Pedro le pidió que les explicara aquello de que comer los alimentos que la ley judía prohíbe no es lo que contamina al hombre.
16. —¿Tampoco ustedes entienden? —le respondió Jesús—.
17. Cualquier cosa que uno come pasa a través del aparato digestivo y se expulsa;
18. pero el mal hablar brota de la suciedad del corazón y corrompe a la persona que así habla.
19. Del corazón salen los malos pensamientos, los asesinatos, los adulterios, las fornicaciones, los robos, las mentiras y los chismes.
20. Esto es lo que de veras corrompe. Pero uno no se corrompe por comer sin lavarse primero las manos.
21. Jesús salió de allí y caminó los ochenta kilómetros que lo separaban de la región de Tiro y Sidón.
22. Una cananea, que vivía por allí, se le acercó suplicante:—¡Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija tiene un demonio que la atormenta constantemente.
23. Jesús no le respondió ni una sola palabra. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron:—Dile que se vaya, que ya nos tiene cansados.
24. Entonces Jesús le dijo a la mujer:—Me enviaron a ayudar a las ovejas perdidas de Israel, no a los gentiles.
25. Pero ella se acercó más y de rodillas le suplicó de nuevo:—¡Señor, ayúdame!
26. —No creo que sea correcto quitarle el pan a los hijos y echárselo a los perros —le replicó Jesús.
27. —Sí —respondió ella—, pero aun los perrillos comen las migajas que caen de la mesa.
28. —¡Tu fe es extraordinaria! —le dijo Jesús—. Conviértanse en realidad tus deseos.Y su hija sanó en aquel mismo instante.
29. Jesús regresó al lago de Galilea, subió a una colina y se sentó.