21. —¿Cuánto tiempo lleva en estas condiciones? —le preguntó Jesús al padre.—Desde pequeño —contestó—.
22. Muchas veces el espíritu lo arroja en el fuego o en el agua, tratando de matarlo. Por favor, si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos.
23. —¿Que si puedo? —dijo Jesús—. Cualquier cosa es posible si crees.
24. Al instante el padre exclamó:—Creo; pero ayúdame a no dudar.
25. Cuando Jesús vio que el gentío se agolpaba, reprendió al espíritu impuro con estas palabras:—Espíritu mudo y sordo, te ordeno que salgas de este muchacho y que no entres más en él.
26. El espíritu gritó, sacudió violentamente al muchacho, y salió de él. El muchacho quedó inmóvil como si estuviera muerto. Por eso, muchos decían:—¡Está muerto!
27. Pero Jesús lo tomó de la mano, y con su ayuda el muchacho se puso de pie.
28. Cuando Jesús entró a la casa, los discípulos le preguntaron en privado:—¿Por qué no pudimos echar fuera aquel espíritu?
29. —Esta clase de espíritus no puede salir sino por medio de oración —les respondió Jesús.
30. Al salir de aquella región viajaron por Galilea y evitaban que la gente lo supiera,
31. pues deseaba estar con sus discípulos y enseñarles que el Hijo del hombre sería entregado en manos de gente que lo iba a matar, aunque al tercer día resucitaría.
32. Ellos no lo entendían, pero tenían miedo de preguntarle.
33. Llegaron a Capernaúm. Una vez en la casa, Jesús les preguntó:—¿Qué venían discutiendo en el camino?
34. Se quedaron callados porque habían estado discutiendo cuál de ellos era el más importante.
35. Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:—El que de ustedes quiera ser el primero conviértase en el último de todos y en el siervo de los demás.
36. Puso luego a un niño en medio de ellos y, tomándolo en los brazos, les dijo:
37. —El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me está recibiendo a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
38. Juan le dijo:—Maestro, vimos a un hombre que echaba fuera demonios en tu nombre. Nosotros se lo prohibimos, porque no es de los nuestros.
39. —¡No se lo prohíban! —respondió Jesús—. Nadie que realice milagros en mi nombre podrá hablar mal de mí.
40. El que no está contra nosotros está a favor de nosotros.