10. Por eso guardaron el secreto, aunque entre ellos se preguntaban qué sería aquello de “resucitar”.
11. —¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que regresar primero? —le preguntaron.
12-13. —Es cierto —les respondió Jesús—. Elías vendrá primero a restaurar todas las cosas; pero lo cierto es que ya vino y la gente lo maltrató, tal como está escrito de él. Y lo mismo está escrito acerca del Hijo del hombre, que sufrirá mucho y que será rechazado.
14. Al llegar a donde estaban los discípulos encontraron que un gran gentío los rodeaba, y a varios maestros de la ley que discutían con ellos.
15. La llegada de Jesús sorprendió al gentío, que corrió a su encuentro a saludarlo.
16. —¿Qué están discutiendo con ellos? —les preguntó.
17. Alguien le dijo:—Maestro, te traía a mi hijo porque tiene un espíritu que no lo deja hablar.
18. Cada vez que el espíritu lo toma, lo arroja al suelo y le hace echar espumarajos por la boca y crujir los dientes; y mi hijo se queda tieso. Pedí a tus discípulos que echaran fuera al espíritu, pero no lo lograron.
19. —¡Oh generación incrédula! —les respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo he de soportarlos? Traigan acá al muchacho.
20. Así lo hicieron, pero cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió al muchacho con tal violencia que éste cayó al suelo, se revolcó y echó espumarajos por la boca.
21. —¿Cuánto tiempo lleva en estas condiciones? —le preguntó Jesús al padre.—Desde pequeño —contestó—.
22. Muchas veces el espíritu lo arroja en el fuego o en el agua, tratando de matarlo. Por favor, si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos.
23. —¿Que si puedo? —dijo Jesús—. Cualquier cosa es posible si crees.
24. Al instante el padre exclamó:—Creo; pero ayúdame a no dudar.
25. Cuando Jesús vio que el gentío se agolpaba, reprendió al espíritu impuro con estas palabras:—Espíritu mudo y sordo, te ordeno que salgas de este muchacho y que no entres más en él.
26. El espíritu gritó, sacudió violentamente al muchacho, y salió de él. El muchacho quedó inmóvil como si estuviera muerto. Por eso, muchos decían:—¡Está muerto!
27. Pero Jesús lo tomó de la mano, y con su ayuda el muchacho se puso de pie.
28. Cuando Jesús entró a la casa, los discípulos le preguntaron en privado:—¿Por qué no pudimos echar fuera aquel espíritu?