38. Él les respondió:—Vámonos de aquí a otras ciudades cercanas donde también debo predicar. Para eso vine.
39. Así que Jesús recorrió Galilea entera predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
40. Un leproso se le acercó y, de rodillas, le dijo:—Si quieres, puedes sanarme.
41. Jesús, compadecido, lo tocó y le dijo:—Quiero; queda curado.
42. E instantáneamente la lepra desapareció y quedó limpio.