2. Les dijo: «En un pueblo había un juez que no temía a Dios ni respetaba a nadie.
3. En ese mismo pueblo vivía una viuda que no se cansaba de decirle: “Hágame usted justicia contra mi enemigo”.
4. Al principio el juez no le hizo caso, pero después de un tiempo pensó: “Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie,
5. esta mujer ya me tiene cansado. Para que me deje tranquilo, le haré justicia”».