13. ¿Quién puede perforarle la piel, o quién se atreve a ponerse al alcance de sus fauces?
14. Porque tiene unos dientes terribles.
15-17. Se enorgullece de sus escamas traslapadas perfectamente selladas, que no dejan pasar aire, y que nada puede penetrarlas.
18. Cuando estornuda, la luz del sol resplandece como relámpago al pasar por la llovizna. Sus ojos brillan como chispas.
19. Lanza fuego por la boca.
20. Por las narices echa humo como el vapor que sale de un caldero sobre fuego de juncos secos.