1. »Puedes pescar al Leviatán con cuerda y anzuelo? ¿O echarle un nudo corredizo a la lengua?
2. ¿Puedes atarlo de la nariz con una cuerda, o atravesarle la quijada con un garfio?
3. ¿Te suplicará que lo dejes en paz, o con zalamerías procurará aplacarte?
4. ¿Consentirá en que lo esclavices de por vida?
5. ¿Podrás domesticarlo como a un pájaro y dárselo a tus hijas para que jueguen?
6. ¿Lo llevarán los pescadores para que lo pongan a la venta en la pescadería?
7. ¿Será su piel vulnerable a los dardos, o su cabeza al arpón?
8. »Si llegaras a agarrarlo jamás olvidarías aquella lucha, ni querrías repetirla.
9. No, vano es querer atraparlo. El solo pensarlo asusta.
15-17. Se enorgullece de sus escamas traslapadas perfectamente selladas, que no dejan pasar aire, y que nada puede penetrarlas.
27-28. Para él el hierro es como paja, y el bronce como palo podrido. Las flechas no lo ahuyentan. Las piedras de honda son tan inútiles como paja.
31-32. »Hace rebullir al agua cuando se pone en movimiento. Agita lo profundo. Deja tras sí una brillante estela de espuma. ¡Al verlo, parece que el mar fuera de escarcha!