4. Los hijos de Job, acostumbraban turnarse para celebrar banquetes en sus respectivas casas e invitaban a sus hermanos y hermanas a comer y beber con ellos.
5. Al terminar el ciclo de los banquetes, Job reunía a sus hijos y los santificaba; se levantaba muy de mañana y presentaba una ofrenda por cada uno de ellos. Porque pensaba: «Quizás mis hijos hayan pecado y en su corazón se hayan alejado de Dios». Estas cosas eran costumbre en Job.
6. Cierto día en que los ángeles se presentaron ante el SEÑOR, acudió también con ellos el ángel acusador.
7. —¿De dónde vienes? —le preguntó el SEÑOR al acusador. Y éste respondió:—De rondar la tierra y recorrerla por todas partes.
8. Entonces Dios preguntó al acusador:—¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay otro como él en toda la tierra: hombre perfecto y recto, que me teme y se abstiene de todo mal.
9. —¿Y cómo no habría de serlo si lo recompensas tan bien? —dijo burlonamente el acusador—.