33. Aquel día los muertos a manos del SEÑOR llenarán la tierra de cabo a cabo. Nadie los llorará ni recogerá los cadáveres para enterrarlos; serán abono para la tierra.
34. Lloren y giman, malos pastores; golpéense la cabeza contra las piedras los líderes de las naciones, porque ha llegado el tiempo de su destrucción y dispersión. Caerán como frágiles objetos destinados a ser destruidos.
35. Los pastores y demás líderes no hallarán dónde esconderse ni por dónde escapar.
36. Escuchen los frenéticos gritos de los pastores y de los otros líderes que claman desesperados porque el SEÑOR ha arruinado sus pastos.
37. Los que ahora viven a sus anchas serán truncados por la ferocidad de la cólera del SEÑOR.
38. El SEÑOR ha salido como león que sale de su cubil en busca de presa. Su tierra ha sido asolada por ejércitos en guerra, provocados por la tremenda cólera del SEÑOR.