2-3. Desde hace veintitrés años, dijo Jeremías, desde el año decimotercero del reinado de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta el presente, el SEÑOR ha estado enviándoles sus mensajes. Fielmente se los he transmitido, pero ustedes no han querido escucharlos.
17. Tomé entonces la copa de cólera que el SEÑOR me daba e hice que bebieran de ella todas las naciones, cada nación a la que el SEÑOR me envió.
18. Fui a Jerusalén y a las ciudades de Judá, y sus reyes y príncipes bebieron de la copa, de modo que desde entonces han estado en desolación, detestados y maldecidos, hasta el día de hoy.
19-20. Fui a Egipto, y el faraón y sus siervos, los príncipes y el pueblo, bebieron también de la terrible copa, junto con los extranjeros que habitaban su país. Igual hicieron los reyes de la tierra de Uz y los reyes de las ciudades filisteas Ascalón, Gaza, Ecrón y lo que de Asdod quedaba.
21. Visité también las naciones de Edom, Moab y Amón;
22. a los reyes de Tiro y de Sidón; a los reyes de las regiones que están al otro lado del mar;
23. a Dedán, a Temá y a Buz, y a los otros que están allí;
24. a los reyes de Arabia y a los de las tribus nómadas del desierto;
25. a los reyes de Zimri, Elam y Media;
26. y a todos los reyes de los países del norte, lejanos y cercanos, unos tras otros; y a todos los reinos del mundo. Y finalmente el propio rey de Babilonia bebió de esta copa de la cólera del SEÑOR.
27. Diles: El SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: Beban de esta copa de mi cólera hasta que estén borrachos; vomiten y caigan para no levantarse más, porque envío terribles guerras sobre ustedes.
28. Y si rechazan la copa, diles: El SEÑOR de los ejércitos dice que tienen que beber. ¡No pueden rehuirla!
29. A mi propio pueblo he comenzado a castigarlo. ¿Habrían de escapar ustedes? ¡No, no evadirán el castigo! Lanzaré a guerra contra todos los pueblos de la tierra, dice el SEÑOR de los ejércitos.
30. Por lo tanto, profetiza contra ellos. Diles que desde su santo templo tronará el SEÑOR contra los suyos y contra todos los habitantes de la tierra. Gritará de coraje, y tan fuerte como lo hacen los que en la vendimia exprimen el jugo de las uvas bajo sus pies.
31. Aquel grito que anuncia el castigo retumbará hasta los últimos rincones más apartados de la tierra, porque el SEÑOR echa pleito contra las naciones, contra toda la humanidad. A todos los malvados los hace caer en la guerra, dice el SEÑOR.
32. ¡Miren, dice el SEÑOR de los ejércitos, mi castigo irá de nación en nación; un gran torbellino destructor alcanzará los límites más alejados de la tierra!
33. Aquel día los muertos a manos del SEÑOR llenarán la tierra de cabo a cabo. Nadie los llorará ni recogerá los cadáveres para enterrarlos; serán abono para la tierra.
34. Lloren y giman, malos pastores; golpéense la cabeza contra las piedras los líderes de las naciones, porque ha llegado el tiempo de su destrucción y dispersión. Caerán como frágiles objetos destinados a ser destruidos.