2. Jerusalén, las naciones verán tu justicia, los reyes serán deslumbrados por tu gloria y Dios te otorgará un nombre nuevo.
3. El SEÑOR te alzará en sus manos para que todos te vean: ¡espléndida corona para el Rey de reyes!
4. Jamás volverán a llamarte «La Abandonada» ni a tu nación «La Arruinada». Tu nuevo nombre será «Mi Preferida» y tu nación, «La Desposada», porque en ti se deleita el SEÑOR y te reclamará como posesión suya.
5. Jerusalén, así como un joven se casa con su novia, así se casa contigo el que te reconstruyó. El SEÑOR se regocija contigo, como el marido se alegra con su esposa.
6. ¡Oh Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que ni de día ni de noche dejan de decir: No descansen todos los que oran, y no den tregua a Dios hasta que reestablezca a Jerusalén y haga que se le respete y admire por toda la tierra.