19. Nadie en Jerusalén necesitará más de sol ni de luna para que los iluminen, porque el SEÑOR, el Dios de ustedes, será su luz perpetua; ¡él será su resplandor!
20. El sol nunca tendrá ocaso y la luna no menguará, porque el SEÑOR será luz permanente. Los días de luto por fin terminarán.
21. Todo los habitantes de Jerusalén practicarán la justicia y poseerán por siempre la tierra, porque aquí los plantaré con mis propias manos, y así se manifestará mi gloria.
22. La más pequeña familia se multiplicará hasta convertirse en un gran clan, el grupo pequeño llegará a ser poderosa nación. Yo, el SEÑOR, a su tiempo haré que todo esto se cumpla.