14. Los hijos de quienes los oprimieron a ustedes, habitantes de Jerusalén, vendrán a humillarse y hasta les besarán los pies. Llamarán a Jerusalén «Ciudad del SEÑOR» y «Glorioso monte del Santo de Israel».
15. Aunque una vez Jerusalén fue despreciada, odiada y rechazada de todos, será hermosa para siempre, gozo para todos los descendientes de ustedes.
16. Poderosos reyes y aguerridas naciones proveerán de lo mejor de sus bienes para satisfacer toda las necesidades de todos ustedes, y finalmente todos los que habitan en Jerusalén reconocerán que yo, el SEÑOR, soy su Salvador y Redentor, el Poderoso de Israel.
17. En lugar de bronce les traeré oro; en vez de hierro traeré plata; en vez de madera les daré bronce, y en vez de piedra les traeré hierro. ¡La paz los gobernará y la justicia será su guía!
18. La violencia desaparecerá de su tierra, cesará toda guerra. Las murallas de Jerusalén tendrán por nombre «Salvación» y sus portones, «Alabanza».
19. Nadie en Jerusalén necesitará más de sol ni de luna para que los iluminen, porque el SEÑOR, el Dios de ustedes, será su luz perpetua; ¡él será su resplandor!
20. El sol nunca tendrá ocaso y la luna no menguará, porque el SEÑOR será luz permanente. Los días de luto por fin terminarán.