48. Sin embargo, el Altísimo no vive en templos hechos por seres humanos.
49. »“El cielo es mi trono,” dijo el profeta,“y la tierra es mi estrado. ¿Qué casa me pueden edificar ustedes? ¿Podré yo vivir en ella?
50. ¿No fui yo el que hizo todas estas cosas?"
51. “¡Tercos! ¡Infieles! ¿Hasta cuándo van a estar resistiendo al Espíritu Santo? Claro, ¡de tal palo tal astilla!
52. ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados, que hasta mataron a los que predijeron la venida del Justo, que ustedes acaban de traicionar y asesinar?
53. Sí, ustedes que quebrantan la ley que recibieron de mano de los ángeles.»
54. Los jefes judíos, al escuchar la acusación de Esteban, crujían los dientes y rabiaban de furia contra él.
55. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, elevó los ojos al cielo y contempló la gloria de Dios y a Jesús a la derecha de Dios.
56. —¡En este mismo instante —les dijo— veo los cielos abiertos y al hijo del hombre de pie a la derecha de Dios!
57. Entonces ellos, tapándose los oídos y gritando con fuerza, se le echaron encima y lo sacaron de la ciudad.
58. Los testigos oficiales se quitaron la ropa, la pusieron a los pies de un joven llamado Pablo, y también apedrearon a Esteban hasta matarlo.
59. Mientras lo apedreaban, Esteban oraba:—Señor Jesús, recibe mi espíritu.
60. Luego cayó de rodillas y gritó:—¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!Y al terminar de pronunciar aquellas palabras, murió.