2-3. —Rey Agripa, me alegra el estar hoy ante usted, para defenderme de las acusaciones que han hecho contra mí los judíos. Por eso le ruego que me escuche con paciencia.
17. Te voy a proteger de los judíos y de los que no son judíos. Te envío a los que no son judíos
18. para que les abras los ojos y dejen las tinieblas para venir a la luz, para que dejen el poder de Satanás por el de Dios. Y así, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia junto con el santo pueblo de Dios.”
19. »Por lo tanto, oh rey Agripa, no desobedecí esa visión del cielo.
20. Primero prediqué a los que estaban en Damasco, después a los de Jerusalén y de toda Judea, y luego a los que no eran judíos. A todos les prediqué que se arrepintieran y obedecieran a Dios, que demostraran su arrepentimiento haciendo buenas obras.
21. »Por esto los judíos me tomaron preso en el templo y trataron de matarme.
22. Pero Dios hasta hoy me sigue ayudando, y así me mantengo firme, hablando de Dios a grandes y pequeños. Sólo les digo lo que los profetas y Moisés dijeron que sucedería:
23. que el Cristo sufriría y que sería el primero en resucitar. De esta manera, anunciaría la luz a los judíos y a los que no lo son.»
24. Cuando Pablo decía esto en su defensa, Festo gritó: —¡Pablo, estás loco! ¡Has estudiado tanto que te has vuelto loco!
25. Pablo contestó: —No estoy loco, excelentísimo Festo. Lo que digo es cierto y no es ninguna locura.