9. Entonces Pedro salió de la prisión tras el ángel. Aquello no le parecía real; para él no era más que una visión.
10. Cruzaron la primera y la segunda guardias y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. Ésta se les abrió automáticamente. Caminaron juntos unas cuadras, tras lo cual el ángel lo dejó solo.
11. Fue entonces cuando Pedro comprendió la realidad: «No cabe duda», se dijo. «El Señor ha enviado a su ángel a salvarme de Herodes y de lo que los judíos esperaban hacer conmigo».
12. Con este pensamiento, fue a casa de María, la madre de Juan Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.