4. ya que en la lucha que ustedes tienen contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
5. Acaso han olvidado ya las palabras de aliento que como a hijos se les dirige:«Hijo mío, no tomes como algo sin importancia la disciplina del Señor ni te desalientes cuando te reprenda,
6. porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo aquel a quien recibe como hijo».
7. Lo que ustedes están sufriendo es para disciplinarlos, pues Dios los está tratando como a hijos.
8. Si a ustedes no los disciplinan como se disciplina a todo hijo, entonces ustedes no son verdaderamente hijos.
9. Por otra parte, nuestros padres humanos nos disciplinaban y los respetábamos. ¡Con cuánta mayor razón debemos someternos al Padre de los espíritus, para que tengamos vida!
10. Nuestros padres nos disciplinaban por breve tiempo, de acuerdo con lo que a ellos les parecía mejor; pero Dios lo hace para nuestro bien, para que seamos santos como él.
11. Por supuesto que ninguna disciplina parece agradable al momento de recibirla; más bien duele. Sin embargo, si aprendemos la lección, los que hemos sido disciplinados tendremos justicia y paz.
12. En fin, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas.
13. «Hagan caminos rectos para sus pies», para que la pierna coja no se tuerza, sino que sane.
14. Busquen la paz con todos y lleven una vida santa, pues sin santidad nadie verá al Señor.
15. Asegúrense de que a nadie le falte el amor de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause problemas y envenene a muchos.
16. Que nadie ande en pecados sexuales ni desprecie a Dios como lo hizo Esaú. Pues él, por un solo plato de comida, vendió sus derechos de hijo mayor.
17. Y después, como ustedes ya saben, quiso heredar esa bendición, ¡pero fue rechazado!; y, aunque con lágrimas buscó la bendición, no se le dio oportunidad de arrepentirse.
18. Ustedes no se acercaron a una montaña que se podía tocar y que ardía en fuego, donde había oscuridad, tinieblas y tormenta;