8. Al principio dijo: «No quieres ni te agradan los sacrificios por los pecados ni las ofrendas y holocaustos» (a pesar de que la ley exigía que se ofrecieran).
9. Y luego añadió: «Aquí estoy. He venido a hacer tu voluntad». Es decir, que quitó lo primero para establecer lo segundo.
10. Y como Jesucristo hizo la voluntad de Dios al sacrificar su propio cuerpo, una sola vez y para siempre, por eso nosotros somos santificados.
11. Todo sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados.
12. Pero este sacerdote le ofreció a Dios por los pecados un solo sacrificio para siempre. Después se sentó a la derecha de Dios,
13. y allí esperará a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies.
14. Porque con un solo sacrificio hizo perfectos para siempre a los que está santificando.
15. También el Espíritu Santo lo confirma cuando dice:
16. «Éste es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, —dice el Señor:Pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente».
17. Luego añade:«Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades».
18. Y cuando los pecados han sido perdonados, ya no es necesario ofrecer ningún otro sacrificio por ellos.
19. Por eso, amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar libremente en el Lugar Santísimo.
20. Jesús nos ha abierto un camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo.
21. Además, en él tenemos un gran sacerdote que está al frente de la familia de Dios.
22. Y puesto que es así, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, ya que en nuestro interior hemos sido purificados de una mala conciencia y exteriormente hemos sido lavados con agua pura.
23. Sigamos firmes en la esperanza que profesamos, porque él cumplirá la promesa que nos hizo.
24. Tratemos de ayudarnos unos a otros para animarnos al amor y a hacer el bien.