10. »Se burlan de príncipes y reyes; se ríen de toda ciudad bien protegida, pues no hay muralla que pueda contenerlos pues levantan rampas de tierra contra sus muros y se apoderan de ellas con toda facilidad.
11. Pasan como el huracán que todo lo destruye; pero su gran error es creer que de su dios les viene el inmenso poder que tienen».
12. SEÑOR, Dios mío, tú eres eterno. Tú, mi Dios santo, no nos dejarás perecer. Yo sé, SEÑOR, que usarás a los babilonios para obrar tu justicia. Tú, Roca mía, los has hecho surgir con mucho poder para castigar nuestro pecado.
13. Tú eres tan puro que no toleras a los que hacen maldades, ni te quedas callado ante la injusticia. ¿Acaso permitirás que esos traidores se salgan con la suya? ¿Te quedarás callado viendo cómo los malos acaban con los que son justos?
14. ¿Por qué tratas a los seres humanos con tanta indiferencia, como si fueran peces del mar, como si fueran reptiles que no tienen quién los guíe?
15. Los babilonios atrapan a las naciones como si fueran peces, y al verlas en sus redes, se llenan de alegría.
16. Por eso, ellos adoran sus armas y les rinden homenaje, como si fueran un dios. Pues, según ellos, son sus armas las que los han hecho ricos y poderosos.
17. ¿Permitirás que sigan en esto para siempre? ¡Destrúyelos, SEÑOR, que ya no sigan con su pesca despiadada de naciones!