3-5. Pero Judá le dijo:—Aquel hombre no estaba bromeando cuando dijo: «No regresen, a menos que su hermano venga con ustedes». Así que no podemos ir, a menos que dejes que Benjamín vaya con nosotros.
24. Enseguida fueron conducidos al interior del palacio y les dieron agua para que se lavaran los pies. También les dieron comida a sus burros.
25. Luego sacaron y organizaron los regalos, para tenerlos listos para cuando llegara José al mediodía, porque se les había dicho que comerían allí.
26. Cuando José llegó le entregaron los regalos, y se inclinaron delante de él, en señal de respeto.
27. Él les preguntó cómo estaban, y dijo:—¿Cómo está su padre, el anciano de que me hablaron? ¿Vive aún?
28. —Sí —respondieron ellos—. Vive y goza de buena salud.Entonces volvieron a inclinarse delante de José.
29. José miró a Benjamín, su hermano menor, y preguntó:—¿Es éste su hermano menor del cual me hablaron? ¿Cómo estás, hijo mío? ¡Dios te bendiga!
30. Entonces José tuvo que salir apresuradamente, porque el amor hacia su hermano lo llenó de emoción, y sintió necesidad de llorar. Se fue a su aposento y allí lloró.
31. Después de tranquilizarse, se lavó la cara, salió y ordenó.—Sirvan la comida.
32. José comió solo, mientras que sus hermanos comían en otra mesa, y los egipcios en otra, porque los egipcios despreciaban a los hebreos y jamás comían con ellos.
33. José le indicó a cada uno su asiento, y los sentó de mayor a menor para sorpresa de ellos.