3. Israel amaba más a José que a sus otros hijos, porque José le había nacido en su vejez. Un día Jacob le regaló una túnica de mangas largas.
4. Los hermanos notaban que su padre prefería a José. Por eso, llegaron a odiarlo y no le podían hablar en buenos términos.
5. Una noche José tuvo un sueño y se lo contó de inmediato a sus hermanos, lo que hizo que éstos lo odiaran aún más.
6. —Oigan, les voy a contar el sueño que tuve —les dijo—.
7. Soñé que todos nosotros estábamos en el campo atando manojos de trigo. Mi manojo se mantuvo derecho, mientras que los de ustedes se reunieron alrededor del mío y le hicieron reverencias.
8. —¿Quiere decir que vas a ser nuestro rey? —se burlaron—, y lo odiaron aún más por el sueño y porque creían que él se jactaba de ser superior a ellos.
9. Luego tuvo otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos:—Oigan mi segundo sueño —les dijo—. Soñé que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.
21-22. Cuando Rubén escuchó esto, intentó salvarle la vida a José.—No lo matemos —dijo—; no debemos derramar sangre. Echémoslo vivo dentro de la cisterna. Así morirá sin que lo toquemos.El plan de Rubén era sacarlo más tarde y enviarlo a casa de su padre.
23. Cuando José llegó donde ellos estaban, le quitaron su túnica de mangas largas,
24. y lo arrojaron a una cisterna vacía.
25. Luego se sentaron a comer. De repente vieron a la distancia una caravana de Ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos iban cargados de perfumes, especias y bálsamos que llevaban a vender a Egipto.
26-27. —¡Miren! —dijo Judá a los demás—. Allá vienen unos ismaelitas. ¡Vendámosles a José! ¿Para qué hemos de matarlo y cargar con esta culpa en la conciencia? No seamos responsables de su muerte porque, después de todo, es nuestro hermano.Todos los hermanos estuvieron de acuerdo.
28. Cuando llegaron los comerciantes, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron por veinte monedas de plata. Los comerciantes siguieron el viaje llevando consigo a José hasta Egipto.
29. Un poco más tarde llegó Rubén (que había estado fuera cuando pasaron los ismaelitas) y fue hasta la cisterna para sacar a José. Cuando vio que José no estaba allí, rasgó sus ropas lleno de angustia y de frustración.
30. —El muchacho no está; y yo, ¿dónde me meto ahora?
31. Ellos entonces tomaron un cabrito, lo degollaron y con la sangre mancharon la túnica de José.