33. Isaac se estremeció fuertemente y dijo a Esaú:—Entonces, ¿quién fue el que estuvo aquí y me trajo un guiso? Acabo de comerme el guiso que me trajo, y le di mi bendición, y nadie se la podrá quitar.
34. Cuando Esaú escuchó esto, comenzó a llorar con profunda amargura, y le dijo:—Padre mío, ¡bendíceme también a mí!
35. Isaac le contestó:—Tu hermano estuvo aquí, me engañó y se llevó tu bendición.
36. —¡Con razón lo llamaron Jacob! —dijo Esaú con amargura—. Primero se apoderó de mi primogenitura, y ahora me ha robado tu bendición. Padre, ¿no has guardado una bendición para mí?