1. Luego, a fines de agosto del sexto año del cautiverio del rey Joacín, mientras yo estaba hablando con los sabios consejeros de Judá en mi hogar, llegó a mí la presencia de Dios el SEÑOR.
2. Vi lo que parecía ser un hombre, aunque desde su cintura hacía abajo era de fuego, y de su cintura hacía arriba era resplandeciente como un relámpago.
3. Tendió lo que parecía una mano y me tomó por el pelo. Y el Espíritu me alzó hacia el cielo y pareció transportarme a Jerusalén, a la entrada de la puerta norte de la ciudad, donde se encontraba el ídolo que tanto había provocado la cólera del SEÑOR.
4. Y allí estaba la presencia magnífica del Dios de Israel, tal como la había visto antes en el valle.
5. «Él me dijo: Hombre mortal, mira hacia el norte. Miré y, por cierto, al norte de la puerta del altar, en la misma entrada, estaba el ídolo tan aborrecido.
6. Y Él me dijo: Hombre mortal, ¿te das cuenta del sacrilegio que los israelitas están cometiendo? ¿Ves la infidelidad que el pueblo de Israel está cometiendo aquí, para alejarme de mi templo? Pero ven y te mostraré mayores desviaciones».
7. Luego me llevó a la puerta del atrio del templo, donde pude ver un agujero en la pared.
8. Ahora sigue cavando ese agujero en la pared, me dijo. Lo hice y descubrí una puerta hacia una habitación escondida.
9. «Entra, me dijo, y verás toda la colección idolátrica que tanto veneran».